viernes, 6 de julio de 2007

En el río Ganges (la boca del diablo)

En el río Ganges me soñé bañándome, lavándome en sus aguas.

Testimonios recogidos en todo el mundo hablan del sabor de los besos del diablo. Sin metáforas necesarias ni sexualidad sugerente, estos besos no son vicios o pecados, festines de comida y licor ni bellísimas vampiresas. Un ósculo demoníaco no es tampoco alguna alucinación abrasiva con terribles consecuencias para la mente. Un beso del diablo es, cómo ya se ha explicado entonces, la boca de Satanás depositada por breves segundos sobre tus labios. Y su sabor, la del pan recién horneado.

Yo una vez soñé con esa caricia infernal, despertándome al día siguiente con un marcado sabor a vino sagrado en mi boca. Era un gusto extraño como culposo y mágico al mismo tiempo. Un enigma que jamás pude descifrar totalmente. Tan divino y prohibido como haber tocado con la punta de los dedos la espalda de la mujer ajena, quién temblando desnuda a tu lado, te recuerda que te debes ir, antes que llegue él.

Tu boca, celestial, está muy lejos de eso que yo sentí. Aunque tu cuello me huela a pan. Aunque con ese libro que nunca leíste, de Neruda, me hayas obsequiado al mismo tiempo tu cuerpo. Yo, una rosa, una manzana, una carta y un secreto, escondidos entre mis sábanas, que ese día no tocamos por falta de tiempo, por culpa de tener universos desencontrados y despedidas reservadas.

Ninguna de ella podía ser mía, porque yo debía decir adiós. Debía probar los besos del diablo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Simplemente ha sido genial! lo mismo el anterior y el siguiente.
Mil aplausos al interprete de este piano de letras!!!