viernes, 26 de diciembre de 2014

Planilla

Cuando miro a lo lejos, al horizonte acostado sobre la tierra, como un día demasiado cansado,
veo que se esconde, entre piernas de gigantes y pirámides grises, un sueño olvidado.
Allí se enreda, se retuerce, se apenumbra, se acurruca sonriéndose.

Y entonces despierto. Miro hacia la ventana, donde por una rendija se asomo tímida un rayo de luz
que entra silenciosamente, como un marido borracho, como un hábil ladrón.
Veo como se desplaza, olvidado de su velocidad acostumbrada, haciéndose paso entre polvo volador.

Encontrándome conmigo.
Con el verbo en la mano.
Culpable de pensamiento.

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Me he creído ingeniero, profesor y conquistador.
En mi mente he realizado épicas luchas, las he considerado.
Acobardado entre mis tareas sin hacer y mis ilusiones encontradas.

Llenando la planilla.
De profesión: poeta.

Esperando que me soliciten una explicación.
Un auto de detención, una investigación pública.
Una venganza y un juicio, un grito, una demanda de objeción.

Eso nunca llegó.
Está bien, ponga su dedo.
Un momentico, usted a mí me respeta.
Me constitucionalizo, trato de ofenderme como un atropellado.

Y la vejación tiene la cara del otro.
Coño, yo fui un privilegiado, eso no me pasó a mí.
Ya todo está listo.
Firme aquí.
Puede retirarse.
No está expulsado.
Ni multado.
En su caso está exonerado.
Su nombre no apareció.
Tendremos una excepción.
Hubo una omisión.

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Y aquí me quedo.
Creyéndome la gran cosa.