Debo admitir que la peor parte de morir es perder a los amigos. Yo, quien he pensado en lo cercana que puede ser la muerte de cualquiera de nosotros y de quienes amamos, me he imaginado fuera de mi cuerpo, viendo mi ataúd descender a las oscuridades de la sepultura, y junto a ustedes alargar mi cara hasta derramarme sobre los charcos que la lluvia ha formado y que no logra que ni uno de ustedes se mueva.
En mi funeral, mis amigos, imagino canciones, dibujos, poemas. Yo quiero un montón de guitarras sonando pero no canciones tristes. No quiero escuchar versos lamentando que no haya vivido más. Quiero verme dibujado como siempre, sonriendo, ebrio, hablando a gritos.
Quiero que me lancen sus discos, sus libros, sus logros. Díganme que la vida los llevo por caminos inesperados, desesperados, pedregosos e insanos, que se divirtieron, que se fueron y vivieron, que tomaron aviones, barcos, trenes, autobuses, caminos terribles, bicicletas rotas. Que fracasaron y triunfaron, que se tomaron la vida con todo su sabor, aprendiendo primeros auxilios para lágrimas, reconstrucción de almas, invisibilidad y telepatía.
Cuéntenles de mí a sus hijos e hijas, esos que estudian en la Universidad, a los que nunca más vieron, a los del divorcio, a los que se quedaron con ganas de amar más, a los que trabajan junto a ustedes. Saluden de mi parte a sus novios, novias, esposas, esposos, amantes, parejas escondidas, compañeros de celda, de hospital, de trabajo. Saluden a sus alumnos, y sus empleados, a los colegas y a los extranjeros.
¿Qué cosa puede ser el traspasar el umbral de esta vida que conocemos?¿Qué otra existencia nos persigue hora a hora, minuto y segundo, negándonos la inmortalidad humana?¿Hacia dónde batirán mis alas, navegarán mis escamas, correrán mis patas cuándo atraviese las puertas que se abren tras cerrar mis ojos, tantas noches practicado en sueños, sino hacia la oscuridad eterna, una nueva vida, el Nirvana, los paraísos celestiales, algún purgatorio criminal o el punzante infierno?
Como no lo puedo responder, sin tener que degollarme la mirada y ahogarme los sueños, y difícilmente me creo a mí mismo como un posible fantasma y además, con capacidad para volver, prefiero seguir sirviendo las copas, haciendo los chistes y escribiendo sobre sus vidas y lo que la mía implica. Escribir, escribir y escribir, más de lo que hasta ahora he hecho, para que ustedes se queden –ahora- con la mejor parte: vivir, vivir, vivir y déjenme a mí tranquilo, morir desangrado en letras.