viernes, 3 de agosto de 2007

Confesionario de un poeta triste - III

No es más que Oscuridad,
Oscuridad Mística es lo que hay dentro de mí,
De mis eternos anillos, que resuenan entre mis dedos.

Al alba, ya soy maligno, y mi sangre hierve, congelando mi
Duro y negro corazón repentino, viajero y emotivo.

Son las vestiduras de mis aves, las que guardando silencio,
Prefieren simular que han muerto, como un valle sin río.

Y olvido la bondad, ya no hay nada que perder, como soga al cuello,
la personalidad es lava ardiente, y su trazado de pluma salvaje, de genio loco, trastoca la ilusión, y caigo en mis propios trucos, en mi propia trampa de seducción, de hipnosis colectiva, de tratar de no ser visto y mirar.

Para entonces, ya muchas historias se han contado acerca de mí e
Invoco las energías y un esoterismo secreto, un ritual de magia.
El olor de la soledad es muy gris ya, sobre todo en esta hora,
Donde nos sumimos en un mar, y en la orilla nos encontramos, de nuevo,
Todos, pero ajenos unos de otros.
No existe ya una tercera mano que abrace nuestra otra vista,
Nuestro otro ojo...

Y abrazamos, buscándola.

Me reconcilio con mi naturaleza escondida,
Y es otra cosa, detrás de las pesadas y húmedas cortinas,
Mi sentir oscuro, lágrimas de rocío, desdicha eterna y temporal
Durante la época de la Luna, en la Era de La Noche,
Es mi flor nocturna la que vuela, encerrándose en sus pétalos.

Lirios blancos, amarillos jacintos, flotando sobre claras aguas,
Se deshacen, se caen sus espinas,
y simplemente deseo una mujer boca abajo,
Muerta sobre el lago, sangre brotando desde su boca, mientras yace
Pálida sobre la tumba acuosa, queriendo ser vista, festejada.

1 comentario:

Mar dijo...

Ahora si .. estoy enamorada...."concava y CONFESA" JAJAJJA. espectacular eres mi irresponsable poeta preferido, beshitos maracuchos para ti..muackkssssss