domingo, 4 de febrero de 2007

Cónico

Este edificio tenía la forma de una espiral cónica. Era como un sorbete de helado, incluso en su color blanco mantecado. Se levantaba por casi 1500 manos extendidas y estaba rodeado de una escalera metálica de caracol pintada de rojo que entraba y salía desde su base hasta poco antes de su cima. Allí estaba rematada con una punta perfecta: puntiaguda, elevada, rectísima. Al ver desde lejos este nuevo edificio parecía estar lleno de hormiguitas que entraban y salían, recorriendo las escalinatas que lo rodeaban, apareciendo y desapareciendo mientras recorrían la estructura como un inmenso enjambre de abejas. Hacía allá caminaba yo en ese momento.

Fui directamente al primer piso, dónde estaba el bar. Allí conocí a Fabiana, una chica de más allá del Sur. Cabello rizado y rubio, facciones fuertes, ojos café no tan brillantes. Muy alta y delgada. No me gustó. Ella preguntó con un halago disfrazado de sorpresa si estaba solo, insistió en saber porqué y preguntó si me gustaría más tarde dejar de estarlo. Yo que prefiero la soledad del que sabe esperar acepté la invitación como quien vive el sueño de una segunda oportunidad, sólo para saber, para vivir, para tener el poder de tener el sí y el no, el universo en la palma de la mano que se bifurca para siempre en decisiones inconmensurables y aleatorias. Quise tener un control que ni imaginamos.

Quise vivir lo que desprecié en aquella ciudad del Nor-Norte, cuando una isleña del país de Lon hizo lo mismo y yo no supe qué hacer exactamente. No era como ahora. Demasiado insistente a veces.

Me fui volando en un águila de pergamino, soñando ser como Rimbaud. A mi edad ya es inútil encerrarme en un laboratorio, leer lo que no he leído, viajar a las cuatro esquinas del mundo. Sólo me queda mi Piano de Letras con el cual destruir todo lo logrado hasta ahora. Acabar con mi inteligencia y dejarme llevar por deliciosas arpías a lechos, rosas y placeres inusitados, sólo por las apariencias, los perfumes y las telas.

3 comentarios:

Verónica E. Díaz M. dijo...

"Sólo me queda mi Piano de Letras con el cual destruir todo lo logrado hasta ahora. Acabar con mi inteligencia y dejarme llevar por deliciosas arpías a lechos, rosas y placeres inusitados, sólo por las apariencias, los perfumes y las telas."

Bonita historia. ¿Y que más querés? Ese "sólo" me parece mucho.

Saludos

Anónimo dijo...

Si realmente "los hay de todo tipo".....lexicos que te ponen a flotar...lexicos que te hacen estrellar...lexicos con textura de melocoton...lexicos con aroma de vainilla y sabor a chocolate...
t.
p.d lexicos sin acentos, no es que no los use, es que no los tengo!

Anónimo dijo...

aghhhhh! jaja me equivoque el comentario anterior era para el post "lexico"
t.