Ojo de Verónica
Brillaban al revés, hacia adentro. Con un eclipse lunar desde dentro hacia fuera, como un espiral o un abismo, en realidad. Creo que más bien parecían un laberinto con el Minotauro cruzando rápidamente en cada parpadeo.
Exactamente eran así. Un abismo espiral que giraba dentro de su propio eje, cavilando nerviosos mientras dormían. Soñaban claro está, y la sonrisa venía inmediata. ¿Dije ya que tenía sus dientes completos? Mucho más allá, eran blancos, imperfectos microscópicamente, por tanto, encantadores sin ninguna duda.
Ojos cerrados, sonrisa inevitable y yo. Detrás de las cortinas de oscuridad, justo en el medio de las luces de neón que entran ruidosas por las ventanas, agitándolo todo. Yo aguantaba la respiración, el loco era otro, quien no era yo precisamente. Un ser inanimado, ¿para qué engañarnos?
La luz entra perpendicular por la ventana de cuatro vidrios en la ilustración de mi libro de lectura. Aquí no es diferente por eso me maravillo; es una fantasía hecha realidad porque recuerdo, perfectamente, que tú ya estabas allí cuándo yo no te veía. Y aún así, la vida continúo como si todo fuese una gran casualidad.
De repente, yo sentado frente a tí, viendo la luna eclipsar girando hacia dentro de sí misma en un oscurísimo abismo de forma espiral, dentro de tus ojos. Con un sonrisa imperfecta que te hace persona frente a mí, sentada también.
Exactamente eran así. Un abismo espiral que giraba dentro de su propio eje, cavilando nerviosos mientras dormían. Soñaban claro está, y la sonrisa venía inmediata. ¿Dije ya que tenía sus dientes completos? Mucho más allá, eran blancos, imperfectos microscópicamente, por tanto, encantadores sin ninguna duda.
Ojos cerrados, sonrisa inevitable y yo. Detrás de las cortinas de oscuridad, justo en el medio de las luces de neón que entran ruidosas por las ventanas, agitándolo todo. Yo aguantaba la respiración, el loco era otro, quien no era yo precisamente. Un ser inanimado, ¿para qué engañarnos?
La luz entra perpendicular por la ventana de cuatro vidrios en la ilustración de mi libro de lectura. Aquí no es diferente por eso me maravillo; es una fantasía hecha realidad porque recuerdo, perfectamente, que tú ya estabas allí cuándo yo no te veía. Y aún así, la vida continúo como si todo fuese una gran casualidad.
De repente, yo sentado frente a tí, viendo la luna eclipsar girando hacia dentro de sí misma en un oscurísimo abismo de forma espiral, dentro de tus ojos. Con un sonrisa imperfecta que te hace persona frente a mí, sentada también.
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