Léxico
Los hay de todo tipo: gordos para los charlatanes, chiquiticos para los vendedores. Morados y con olor a guáyaba, porque los hay comunistas e incluso diplomáticos. Hay léxicos golpeados por la vida y otros prostituidos por el constante uso. Hay históricos, bibliográficos y hasta geológicos. Aburridamente técnicos e incluso folkloristas. Todos se la pasan leyendo libros y periódicos, riéndose de nosotros, nunca de ellos mismos, ni siquiera de los léxicos más raros.
Para decirte lo que siento tendría que recurrir a un léxico con pinta de libreta de anotaciones de pintor. Debería convertirla en pequeñas pastillas léxicas para tomárnoslas los dos, con un té, de esos que han pasado 7 días al sereno con una estampita de la Virgen de posavasos. Así podría crecer dentro de nosotros, salirse por nuestros oídos y asomarse por los ojos. Eso sí sería darle un uso poético al silencio omnipresente de las palabras que no se dicen, pero se sienten.
Hay léxicos que duelen, claro, y por tanto, tienen palanca de retroceso. O léxicos que sorprenden y tienen miles de posibilidades para lamentar el dolor, algunos con letras más grandes, calientes, rojizas y las groserías, que son otras pero no son lexicográficamente separadas. Son millas y libras de léxicos, e incluso malas traducciones de los mismos. Hay este léxico que no me acuerdo como se llama y/o no nunca supe su título.
Hay algo que yo te quiero decir pero no sé cómo, porque no tengo el léxico suficiente.
Para decirte lo que siento tendría que recurrir a un léxico con pinta de libreta de anotaciones de pintor. Debería convertirla en pequeñas pastillas léxicas para tomárnoslas los dos, con un té, de esos que han pasado 7 días al sereno con una estampita de la Virgen de posavasos. Así podría crecer dentro de nosotros, salirse por nuestros oídos y asomarse por los ojos. Eso sí sería darle un uso poético al silencio omnipresente de las palabras que no se dicen, pero se sienten.
Hay léxicos que duelen, claro, y por tanto, tienen palanca de retroceso. O léxicos que sorprenden y tienen miles de posibilidades para lamentar el dolor, algunos con letras más grandes, calientes, rojizas y las groserías, que son otras pero no son lexicográficamente separadas. Son millas y libras de léxicos, e incluso malas traducciones de los mismos. Hay este léxico que no me acuerdo como se llama y/o no nunca supe su título.
Hay algo que yo te quiero decir pero no sé cómo, porque no tengo el léxico suficiente.