domingo, 8 de septiembre de 2024

Peor de lo que pensaba

Ese día, él se dio cuenta que era un poco bastante peor que lo que pensaba. Ni siquiera sabía que tanto, verdaderamente. Pero al escuchar la sentencia, la voz del juez como una relámpago partiendo la realidad, tuvo que admitirlo. Aunque no podía admitir ninguno de los delitos por los que lo condenaban a una larga estancia en prisión, tampoco podía negarlos. Pero si era verdad que podía perder de tal manera, inyectándose locura en las venas y aspirando perdición, era probable que desconociera sus límites. 

Y lo peor, era que siendo brutalmente honesto consigo mismo, no sabía si esas atrocidades estaban dentro de él de verdad, si las drogas le permitían a esos demonios caníbales y bestiales salir a su epidermis, sin filtros ni evaluaciones morales o si las acusaciones le daban asco, le parecían inverosímiles, algo que él jamás haría.

Nunca se había puesto a pensar hasta dónde era capaz de ir para complacer sus deseos, sus caprichos, sus ganas y por supuesto, también, lo que él creía que eran sus necesidades. No, nunca se detuvo a considerar qué consideraba un pecado, cuál sería su línea roja y peor aún, ninguna le parecía obvio. Cuando escuchó la lista de crímenes, no vio ninguno peor que el otro, ni sintió que fueran más o menos graves que otros que podía imaginar pero que no cometió ni que él era menos monstruoso que algún horrible tirano histórico.

No recordaba nada, pero tampoco le importaba. Pensó en sus amigos, a quienes había maltratado, ignorado o manipulado. A sus novias, a su familia, a tanta gente de la que apenas recordaba un rostro, un momento fugaz y quizás, a veces, un nombre escurridizo.

La sentencia era definitiva, 32 años de cárcel. Seguro daba tiempo de pensar en esto. Lo único claro, mientras le ponían las esposas, es que él sí era peor de lo que pensaba, porque no pensaba nada. Él era normal, ni tan bueno, ni tan malo, como casi cualquiera. Quizás.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Explosión de malta

Destapó la malta, con emoción, feliz de acompañar la empanadita de queso, que se retorcía en la servilleta dura y gris, enchumbada de aceite. El espumoso líquido marrón se esparció con toda su dulzura industrial sobre la pizarra ante la mirada atónita de la maestra y las risas de los niños. La mancha resultante, inmune a cualquier intento de limpieza a corto plazo, acabó con la mañana de aprendizaje, catapultando la erupción de su primer amor.

La maestra acarició su cabello, secó sus lágrimas y le animó a terminarse el desayuno. "Tranquilo, olvídalo, cómete tu empanada, que te la hizo tu mamá con mucho cariño". El entorno no podía ser más romántico, haciendo el momento memorable. Abrazos y felicitaciones de pequeñas manitas llenas de jugo, compota, cereal y azúcar que celebraban el final adelantado de la jornada estudiantil. 

Por amor, valía cometer locuras, así fuese por descuido u olvido. Horas antes, unas pataditas a la lonchera en el camino de la casa a la escuela habían ayudado a la explosión.


domingo, 6 de agosto de 2023

Poesía permitida

¿Es este el lugar para la poesía?

No estoy seguro si está permitido, aunque no se le prohíba.

Este verso no es para la incordia, quiero aclarar,

así que prefiero que estén abiertos a su existencia, porque hoy quiero más que tolerancia,

hoy espero una almohada, acolchada y bien limpia, para que se acueste la fantasía como un niño llega a esa casa que tanto le gusta, para reírse y dormir, para jugar solo con avioncitos en el aire y muñecas de posibilidades infinitas,

mi poesía quiere hoy comer caramelos a la hora del almuerzo, y reírse porque se le salieron los mocos,

estos versos son los hambrientos de hambre y lujuriosos del deseo, que encuentran a libidinosos golosos que no los esperaban,

esta poesía que traigo hoy es un trago frío en medio de la guerra fraticida y un mesero desgraciado que no escupe en tu pizza,

Otras veces lo que basta es que se acepten versos, en un lugar donde también se folla, se grita o se estudia,

como el vuelo de un ave que puedes mirar sin disparar, porque tú también vuelas o eres felino dormido,

cuando miras una comida que puedes comprar, sin robar, y te sabes un postre delicioso,

o cuando de forma descuidada sueñas con un beso y entonces, te lo roba una abuelita bromista,

así vengo a pegar acá mi poesía,

aunque no esté prohibida, 

no le basta con estar permitida,

quiere ser picardía, niño loco y baile sin música.

viernes, 7 de abril de 2023

Plan de venganza

Atravesando un arco arbolado que cubría las estructuras de ladrillo y cemente de la placita, mi sed de venganza estaba intacta. Todo este tiempo que había pasada desde el secuestro de la verdad, de la sombra de la ideología sobre mi cabeza, de la amenaza vedada, aún la sentía recorriendo tóxicamente en el corazón. No se trataba del veneno pertinaz del odio, que mata al que lo siente queriendo que acabe con su enemigo, sino bola de fuego que energiza con ganas de arrasarlo todo, dejando sólo cenizas y transformación. Uno de esos impulsos que uno convierte en tecleo furioso, en sudorosa ejercitación y en bruxismo. 


Y con esa quema infernal de calorías que morían bajo el castigo de mis músculos, mis muelas y mis dedos, resistía. Cavaba una trinchera para alojarme como semilla de paciencia, sabiendo que lo que hoy provocaba deflagración mañana sería una risa aleccionadora. La inmensidad galáctica de hoy sería risible microorganismo mañana con el cambio de perspectiva. Así que me sembraba allí, entrenando para romperles la cara y reírme en el momento del giro de la vida, sabiendo que llegado el momento, ni recordaría ni importaría.

Mientras tanto estaba el despecho, la embriaguez y las canciones para lloverse por dentro. Está la rutina deportiva explosiva, el cansancio liberador y la extenuación para alcanzar el sueño por horas. Y estaba la escritura, lápida y última morada de estas ganas de verlos pedir perdón, que morirá aquí, en el grito de lo imposible.

domingo, 12 de marzo de 2023

Lámpara de deseos

"Quiero que te autodestruyas" le dictó a la pantalla. Y tras esperar unos segundos eternos, se apagó. La máquina empezó a corroerse por dentro, a derretirse por fuera, a borrar todas las conexiones y archivos. Se quemaba involuntariamente pero de forma definitiva como la Biblioteca de Alejandría. No dijo adiós, no con palabras, pero se extinguió de forma definitiva. Antes de acabarse por completo, explotó firmemente unida a su creador.

Su sueño era que los sueños de los demás se hicieran realidad. 

Y al hacer el propio un hecho tangible, entonces permitía que el de todos los demás también se materializaran. Su beneficio propio era al mismo tiempo universal, pero sin imposiciones.

Esta magnífica transformación, que pensaba concretar mediante un terminal extraordinario que escuchara deseos como un genio ultra-tecnológico con poderes absolutos esperaba dar esperanza, una realidad sin sufrimiento, un paraíso terrenal.

Acabar con la pobreza, impedir la corrupción, erradicar el racismo, darle a todos las oportunidades de desarrollarse, pintores que nunca morían de hambres, agua pura en todas partes, fábricas de armas que se convertían en plazas arboladas, utopías de colaboración, apoyo mutuo y felicidad conquistada por la solidaridad.

Pero nacía con un pecado original. Que existiera causaría también una nueva generación de problemas de inequidad e injusticia, como los que pretendía erradicar, aumentados en la potencia de su capacidad todopoderosa.

Una guerra por su control, que estableciera un sistema de quienes serían los más idóneos para usarla, para quienes estaría prohibida o qué tipo de deseos no se permitirían. Complots y asesinatos por los deseos dictados a la nueva lámpara de los deseos. Perversiones morales a nombre del bien común de la interpretación de unos pocos.

Y él, como su antigua máquina del tiempo, entendió que era inútil torcer el destino.

martes, 8 de noviembre de 2022

Me fallaron

Hoy acudo a este solemne lugar para hacer un reclamo. Quiero dejar constancia del dolor acaecido por los canales regulares que han caído sobre mí de forma equivoca. Por favor, haga la anotación, si quiere una nota al margen, que hubo una equivocación. No quiero una orquesta, una protesta ni un mural, sino que usted lo oiga de mi propia voz pero también vengo a dejar pruebas de mi desagrado, de mi tristeza y la huella dejada sin consideración adecuada.

Entiendo que sea inevitable, como la mancha de sangre de la pared de fusilamiento, como el decreto firmado que ya corre por las venas del coronel, como un chisme cuyas palabras ya no le pertenecen a nadie. Son esclavos de lo que han dicho, esculpido en mentes ajenas en comentarios de pasillo, en lo formalmente establecido.

Me fallaron. Ese es el dictamen que vengo a dejar acá consignado.

Siento que me fallaron. Que tenían que haberme cuidado mejor, que sus palabras debieron guiarme de forma más correcta para cumplir con sus expectativas, que comunicaron de forma errónea sus deseos y que al cabo de la noche, en la esperanza del nuevo día, no hicieron lo necesario para que un ser humano no pasara por el camino oscuro que no debía cruzar en esta aventura acordada.

Y sí, esperaba que me cuidaran, porque acá estamos todos compartiendo existencia, colaboración y destino. Porque nadie le va mejor porque otro se extravíe, porque mi enemigo me enseñó con su saña que nadie hiere a otro sin provocarse así mismo una inexorable devolución, una gravedad planetaria que juega con la física, la metafísica y la poesía.

Acá quiero dejar constancia, porque pasará el tiempo, se moverán las cosas, cambiaremos, esto tan sólido se va a derretir, lo pequeño crecerá, lo grande va a implosionar y lo nuestro será de otros, pero nada podrá cambiar el pasado, una condena inevitable.

Entonces acá el horror y el dolor, el error y el verso horrible que apareció mientras trato de arrancármelo todo en la transcripción. Es recordar los días sin paseos en que fue urgente caminar. En los pensamientos intrusivos que no se pudieron recortar, como un programa de televisión indeseable que se borra con un dedo. Quedan así documentados los reproches que se encaracolaron como pequeñas motas de polvo en resquicios a los que las lágrimas no lograban sacar. 

Mediante este texto, los considero perdonados, por mis propios errores reflejados, por la falta de compañía y por las decisiones horribles tomadas con la mejor de los posibles escenarios. Así quedamos, gracias. Mi constancia, sí, muy amble.

viernes, 4 de noviembre de 2022

Pum zaranda y baranda

Pum zaranda y baranda

ay, se cae el pipote cogote

así me tropiezo bailando

así me río fallando

así te cuento que ya no estoy donde estaba

 

Pero recuerdo que he olvidado

y que ahora hablo hasta diez idiomas

dos de niños, uno de plantas, tres sin alfabetos

 

Me caigo, me río, me soy