viernes, 24 de abril de 2009

Aceptación

Como el contrato del cielo y el infierno, esta es la leyenda del tigre y el dragón - Expendición al Khlamahama - IKV

La disciplina en el monasterio es dura. El maestro implacable pero preocupado. Durante la hora de meditación, se pasea con una barra de bambú para golpear en la espalda a aquellos que se distraen durante la experiencia. Aquietar la mente, detener ese saltarín monito que se va a todos lados para enfocarlo a voluntad en un meñique, una frase o una figura para que delante de la mente, se muestre en esencia y espíritu, requiere de un poder mental y concentración inmensos.

El lama chino, lejos de casa, ha recibido una carta. Es una respuesta. Él guardaba la esperanza de que en su tierra, ya muchos hubiesen olvidado su cara, su existencia, sus creencias. Volver y recuperar la vida donde había estado. Le contaban cosas nuevas. La vida no se paralizó ni su tierra fue la misma. Incluso todos parecen haber olvidado lo que él hacía, lo que decía, lo que pensaba. Una nueva realidad ha suplantado a la vieja y ya todos reaccionan de forma distinta. No lo han esperado.

¡Zas! primer golpe. El maestro no habla, sólo golpea. Enfócate en la lección de hoy.

Hay un poco más, aunque preguntó mucho, no hay suficiente. Las letritas pintadas sobre el papel enrollado le parecieron poca cosa comparada con el olor del pan, el tacto del bebé, la voz del amigo. Lo pequeñísimo se hace inmenso en la nostalgia. No, no lo han olvidado quienes él quisiera, mientras los demás han continuado. No puede volver, y ellos le dicen que no lo haga, que continúe. Que ha tomado una nueva vida y debe aceptarlo. Los que le dijeron que se olvidara de eso, pueden flaquear y decirle, ven, ya veremos, te extrañamos, pero no lo han hecho. Al escribir, todos podemos ser más fuertes.

El Dalai Lama es considerado un terrorista. China ha enfrentado con rudeza las protestas de los grupos minoritarios y en Tibet continúa un estado de persecusión. Volver significaría realizar una lucha de resistencia, de riesgos o simplemente olvidar todo lo que hizo los últimos años, y transformarse en alguien que no es para estar con los suyos. ¿Cuánto tiempo podría usar un disfraz para escapar de sí mismo, de hundirse en el hedonismo perdedor y en la conformidad rabiosa pero silente? Eso preguntaba su maestro al recordarles que antes vivían así, creyendo que la realidad era lo que percibian sus sentidos.

¡Yik! Golpe con grito, es una lección conjunta. Nadie debe moverse. El bambú no se parte, se endurece, como las espaldas rectas. Si pasa algo afuera, la calma permanece dentro.

El elegió su camino. Es un lama. Entiende que la paciencia, además, requiere junto a la esperanza y la constancia, que todo lo bueno vendrá, la aceptación. Que las cosas mejores a veces son invisibles en apariencia pero que él mismo será más grande, más cerca de la Iluminación, más sabio, más sosegado y controlado cuando eso llegue. Algo que en este momento no puede entender, y debe vivir feliz del eterno presente, del segundo infinito y de lo único que existe: el ahora. Y le parecerá bueno, beneficioso y hasta gracioso, no demasiado. Asumiendo la vida con la tranquilidad del que conoce que todo tiene un destino perfecto, aunque misterioso, pero que se revela o deja de importar tanto, por prioridades superiores. Llora ahora por lo que luego no recordarás.

¡Zas! Tercer golpe. Es hora de la lectura. El lama chino, único en su grupo, debe leerla.

La diferencia entre querer y necesitar. El deseo y la escasez. Lo que se aspira y lo que no se tiene. Lo que realmente añora tu alma y aquello que simplemente deseas en este instante. De nuevo, la paciencia y la aceptación. La constancia y finalmente, controlar la mente y corazón. En China, él es un perseguido, aquí, un elegido.

Está allí, en el monasterio, con un millón de otros lugares donde estar. Comprometido, con él mismo. Con un paso más en su propio camino personal de su universo particular. Con un maestro, que anuncia ya su partida, y que lo aceptó en su regazo después de duras pruebas místicas y psicológicas. Y sus compañeros igualmente solitarios pero con un destino común, que lo han recibido.

Desde mañana, empiezan los preparativos para la próxima venida del maestro, trabajando para estar más preparados, recibir menos bastonazos y ser elegido sucesor, con la seguridad, siempre, de saber que algo increíble le espera.

1 comentario:

|andi.na| dijo...

y que no se te olvide :)

algo bueno tiene que llegar.

uno no puede equivocarse y caer tanto por simple capricho cósmico.
Algo siempre llega. Algo siempre se va.