martes, 2 de junio de 2009

Para Nina

Este sábado, cuando me escribiste, recordé que nunca te había escrito yo un poema a ti
A pesar que eres un amor eterno, que siempre estará en mi corazón y yo en el tuyo.
Me diste una noticia gigantesca, maravillosa, un reto tan hermoso, que me cambió la vida.
De nuevo el amor eterno.

Hermanita, gracias por estar allí, siempre. A pesar de mí, de ti, porque ser hermanos es un reto.
Seguramente tú me clavaste un puñal en la vida pasada o yo no fui el más amable, y por eso nos han puesto juntos.
Romper las cadenas del pasado para llenarnos de búrbujas de querer,
Te amo, mi hermanita Nina, no más ahora sino con un extra, como una pizza de corazón.

Porque el amor eterno está allí, cerquita y a mí la vida me ha llenado de mujeres así:
Mireya, Joelita y tú, mi Nina. Tres amores grandiosos, tres mujeres eternas y tres damitas.
Una madre infinita, una sobrina brillante y una hermana poderosa.

Eres una heroína, fuerte, brava, ruda. Y como nunca, te pongo la medalla de mi admiración,
pido disculpas por verlo todo desde mi punto de vista y te aplaudo por tu valentía,
busca tus sueños, no hagas caso y brinca el abismo aunque te dé miedo,
porque tú no te quedas atrás, tú no te dejas, ¡a ti nadie va a venir a embromarte!

Pero también un cofre de diamantes de ternura, de solidaridad cariñosa, de inteligencia fuerte.
Un abrazo lindo, una tocadita de oreja y un aviso de advertencia: siempre estaré aquí.
Te quiero mucho, mi Ninita.