martes, 3 de marzo de 2009

Amigos

Yo podría escribir una historia sobre tres amigos. Sobre la traición y la tradición. Sobre la desconfianza y pesimismo, la musicalidad mística y la tolerancia, la rebeldía y el dinamismo. Para eso, habría que pensar en el destino, en encuentros desde la infancia, en reencuentros tras las distancias, una y otra vez, en casa y fuera de esta, reconociendo que al haber nacido en distantes y distintos lugares, alguna mano cósmica determinó su encuentro y así mismo, su aparente separación, para retarlos en el reencuentro, los obstáculos y el perdón.

Por algo la aventura musical, la exploración mística, los viajes hacia dentro y fuera de sí mismos, de sus calles conocidas y países desconocidos. Por algo aún las diferencias y las cercanías, las traiciones y las comidas, los intentos (fallidos y exitosos) y en muchos momentos, el día a día.

Admito que el escrito tiene su pesar. Pero busca la redención. No sólo del tiempo, sino de la confianza a través de la experiencia. Del dejar atrás, errores del pasado, del amigo, del otro y de sí mismo. Y de esta forma, tampoco dormirse en pasados laureles y querer basarse simplemente en casualidades tontas, en alegrías viejas y en sonrisas prestadas.

De alguna forma, y por algo que no obedece quizás a lo que hemos conocido o podemos explicar, nos llamamos de igual manera, con el tino internacional de separarnos en lenguajes y lugares de nacimiento, pero con fechas muy próximas, con edades similares, con sueños parecidos pero, ni de lejos, idénticos.

Algo más debió unirnos en la tierna escolaridad, reencontrarnos en la difícil adolescencia y enfrascanos en una búsqueda que no asumimos igual, que unió y separó, que nos presentó en momentos difíciles y geniales, pero que jamás podrá borrar, esas casualidades y señas, esos símbolos inequivocos de que nadie tiene obstáculos y pruebas distintas a las que puede superar.

De algo tiene que servir, pedir disculpas, tender la mano, dejar atrás y reconocerse. Porque yo también tengo la tarea de perdonar, también la tarea de admitir y también la tarea de pedir perdón. O disculpas, según la visión. Pero recordar que algo, quizás más poderoso o invisible, me une a ustedes dos.

Sé que las palabras no bastan, mucho menos las buenas intenciones. Hay cosas que veces preferimos callar y otras a las que sólo hablándolas se pueden superar. Esta vez, sin deseos de inmolarme ni salir airoso con un bonito discurso, en una hermosa botella lanzada al mar, apelando a la lágrima fácil, sólo confieso la alegría -a pesar de otros sentimientos o además de estos- de haberlos conocido, de conocerlos y de siempre tenerlos en mi historia personal, en el universo compartido, en este planeta en que se nos unió en una misma ciudad, dos veces, quién sabe cuántas más.

Tres caballeros, que no deberían decirle a nadie que sus defectos son virtudes pero sabiendo que los amigos lo quieren más a uno por esas diferencias que toleramos, nos dan risa o dan el ejercicio de la comprensión. Un amigo, es uno de esos que puede echar a la hoguera si te lo preguntan en confianza, otro amigo más, pero al que defenderías hasta con rabia si alguien más viene a tratar de mancharle la imagen delante de uno. Luego ya resolvermos lo nuestro, pero para los demás, el amigo es un héroe.

Amigos, se les recuerda y piensa, y da tristeza no verlos más seguido, da alegría confesar que he vivido junto a ustedes y esperando saber que esas casualides de nombres, fechas y lugares nos tienen preparado algo que aún no vemos, que quizás ya pasó o que más pronto que tarde, conocermos.

sábado, 17 de enero de 2009

Yo me iré volando

Siento desilucionarlos, pero yo no falleceré
no hablo de no rendirme, ni doblegarme ante la adversidad
no es marketing, ni frases gastadas de consejos que no has pedido
es que yo no me voy a morir

Más que la expresión de una voluntad férrea
o la loca ilusión de poder vencer los límites que nadie ha logrado
ni vaticinar una juventud inexorable, una vejez inextingible
una eternidad viviente o el capricho de un presidente

Un día, no cualquiera, en el que ya no pueda estar aquí
porque de querer, no sé, hay días en que quisiera dejarme ir
sacaré las alas, les diré adiós y miraré al cielo
porque yo me voy a ir volando

Diséñame un cohete, lánzame como un falso satélite,
dispárame al cosmos grandote, ilimitado
veme brillar en la oscuridad de lo que no se ve
en la que vagaré, sin terminar nunca de exisitir,
no me dejes morir

Mientras tanto, te tengo a ti,
y eso, infinitas veces, hace que valga la pena vivir,
le da más sentido a estar aquí,
sublime ángel terrestre.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Piano de Letras

Para Margie

En realidad, yo no sé tocar el piano
Pero si pudiese, lo haría como le saco sonidos mudos a este teclado
Componiendo sonoramente con los acordes de mi pensamiento

Al amanecer, como ahora, me atrevería a tocarte a ti, sin despertarte
Sumiéndote en un sueño lleno de música en el que bailamos,
Otra de las ciencias que no domino,
Pero que mis dedos simulan
Solamente para ti
En un verso
Necio

Se llena el mundo de ruiditos, pisadas pequeñitas de seres infinitos
Invisibles y risueños, como enanitos pero sin serlo
Como sombras pero visibles, tangibles, que beben y mastican
Celebrando una existencia que se despierta
Con el sol rebelde de tus ojos
Y se alimenta de mis secretos
Oyéndolos, cabizbajos, apretada la mirada,
Cerrojos vocales, gritos menstruales, acallados, silentes
Para enterarse completamente
Que yo, en realidad, no sé tocar el piano
Pero si lo hiciera…
Lo haría como ahora escucho música al escribir tu nombre
En mi teclado

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Piel Criolla

Yo, que he escrito, quisiera a veces desescribir
Deshacer todo lo que he hecho y deconstruir las palabras
No es desechar sino derribarlo todo, para con escombros reescribir
olvidarme de mayúsculas comas pausas las i las y pero quedarme con los acentos
si uno se atreve a escribir universos llenos de esdrújulas bien podría decir ¡kolenzo!
dividir sus animales y plantas en bi-cerebrales o ultrasolares, así como subespaciales,
enfrentar las g y las j, apoyar la k devastando la q y comerse en inglés la y por las ll
contar hasta el 7 y brincar al 11, e inventar una gramática circular y etnocentrista,
pero queda un país.

Y toca escribir bonito, bien y correcto, para que algo así exista
Es aún el turno de poner a leer a mis señoras y chamos
Que un señor se baje del carro, con este libraco metido en el sobaco
Hacer las cosas para que nazcan, primer en papel y luego en la mente
Para que duela cada hoja en blanco, cada silencio y cada espacio,
No ocupado por la inteligencia, por la creación y la sublevada creatividad
Y quede decretado, a tinta y fuente, que es más libre, el que más conoce.

Allí, en la montaña de tierrita, pongo la mano para disparar la metra,
Le pregunto a mi papá como eran las cosas cuando él era pequeño,
Recuerdo que el mundo existía antes que yo, y ya era importante y grande.
Me río, aprendiendo que en la playa es imposible atrapar la espuma,
Pero es posible hacer todo un castillo de arena, o ahogarse aún sabiendo nadar.
Que un grano de arena es minúsculo pero es imposible regresar sin uno a casa.
Decir casi molesto que ¡la calle es libre, señor!, pero saber que tampoco nuestra.

A ver, si como nos lo han prometido, de aquí a mil años, ser venezolano sea más fácil.

jueves, 9 de octubre de 2008

Pasión de Vivir - Para Nairobi

Se puede sentir pasión por un millón de cosas. Hasta por tu trabajo, pero hay casos aún peores. Puede ser una nueva amante o la reconquista de una más antigua pero que accede a lo que antes estaba prohibido. La emoción de la cacería, del juego, del eterno reencuentro con la perversión de uno mismo y el no-entendimiento de tus bajos instintos. También puedes tocar la guitarra, coleccionar cualquier cosa: recuerdos, pestañas, huesos de pollo, nombres raros o títulos universitarios. De algo hay que llenar esta bolsa de aire existencial que va desde la vagina hasta la sepultura.

Lo más importante es la pasión. Ese fuego interno que renace con una canción, con una frase aprendida de un amigo y que dura la eternidad de unas buenas semanas. Una sonrisa que no sabes explicar porque la produce alguien que no debe. La lujuria que nace del padre, de la madre, de un desconocido. Seduces a una amiga y ni sabes porqué, qué hacer, hacia dónde ir. Sólo quieres viajar a lugares nuevos y explorar la sensación maravillosa de tocar algo que nunca antes había rozado tus dedos: la hoja de un árbol, un poquito de tierra, una pulida superficie metálica, una esquina rota de un mueble viejo. Algo que ni siquiera imaginamos: una manía personalísima que redime al universo.

Expandirte como el éxito. Lo que una vez fue simple, invisible, secreto, ahora extiende sus tentáculos inmensos hacia un mundo que tiene los límites de los recuerdos infantiles. Se ve hasta donde mi ojito vio y sueña con lo que jamás veré. Un libro, un juguete y miles de cosas innecesarias pero accesorias que no tenían más significado para mí sino al convertirse en paredes de un castillo, en automóviles, en bases secretas donde atacar al hermanito disfrazado de enemigo.

En letras puedo inventar los mundos más maravillosos, con aventuras subterráneas que explotan en la punta de mis dedos: vampiros, amigos, bosques, naciones, armamento, sacramentos. Soy quien se me antoje, y al mismo tiempo, expender en nombre de Dios mis creencias, siempre disimulando, como si no necesitara debate, como si de verdad te hiciera falta esto, como si yo pudiese soltar esta botella de tequila que no me agrada, pero me acompaña. Porque quiero, necesito, bebo y respiro una pasión que se me perdió.

La verdad es un hambre que no se acaba. Primero de saber, de experimentar, de igualarse a otros más grandes, o que, envidioso de mente liliputiense, creer que se es. De averiguar y estar seguro que aquello que hemos imaginado tiene algún resultado en un universo paralelo pero alcanzable, conquistable, una realidad paralela a la que no sólo escapamos, sino que acercamos a nuestra cama, nuestro almuerzo y nuestra absorta mirada aburrida a un punto cualquiera de la casa.

Hace años que no había olido más nunca tu perfume barato y hoy me llegó en una persona que no eres tú, ni conozco, ni veré más ni significa nada. Porque sólo trajo tu aroma, que me recordó mi virginidad, mi tontería, mis ganas por la vecina, mi inexperiencia al enamorarme, el candado que cerraba mi puerta, la pared por la escapaba, el robo de unos meses después, mi rebeldía sola y tú, claro, chiquita como yo, perversa como ahora soy, y un nombre sensual, africano, brutal, decisivo: Nairobi.

lunes, 14 de julio de 2008

Vuelo sumergido

Me ha dicho algún poeta, seguramente borracho,
que es inútil enamorarse de una mujer que no sepa volar.

Por eso, cuándo te beso -como te quiero besar-
busco delicadamente con mis dedos -mientras mi lengua te distrae-
en qué parte de tu espalda, te están empezando a salir las alas

Me desconcierto, y mientras te recorro a besos
–y mis dedos hurgan en tu vientre-
Trato de adivinar con mis ojos, si el secreto está en tus tobillos,
Que te impulsan a zurcir el cosmos con tu vuelo

Nada encuentro, aunque sigo buscando en tu piel
y puedo serlo todo: brujo, astrofísico, sordomudo y clarividente
Ser como niño travieso que ve bajo las faldas debajo de una escalera
o subir un escalón de estas para mirar de frente,
tu cara y mi muerte

Finalmente, es tu suspiro de placer, tu airecito de princesa espiritual,
aquellos ruidos que harás al despertarte,
que dejaremos de hacer al dormir,
todo ese compilado de situaciones que implican el vivir,
la enciclopedia de nuestros encuentros y desencuentros,
un vaivén explosivo que le dará sentido a esta sensación etérea
que se siente como flotar

Lo que me recuerda –qué mala memoria-
que no se puede volar viviendo bajo el agua
eso es culpa tuya, sensual realeza
que me lo haces soñar

martes, 17 de junio de 2008

Confesión aparte: no me gusta tu vida

Lo único que me hace realmente feliz es escribir. Aquí yo construyo el mundo que deseo. Otro universo es posible, en las letras que ordeno, las palabras que gobierno, los párrafos que recolecto. Puedo decidir el destino de una guerra, la explosión de una moda, la muerte de un personaje. Reconcilio versos, enredo teorías y siempre, siempre, siempre... me rescato, salvándome del océano de bulla, ruido, escándalo, bochinche y para-in-fernalia que tengo alrededor.

Juego a construir, ladrillo a ladrillo, un castillo con esclavos. Siempre esdrújulos, adverbiados hasta el fastidio, cansados de ese señor calvo y gordo que resulta ser su amo, malvado ortográfico de amplia sangrías y v(b)astísimos errores gramaticales, se acentúan las agudas diferencias verbales. Dan una vuelta canela y te sacan el dedo, niños malcriados te patean el juego, y se ríen después que les das su coñazo.

¿Y si me diera la perra gana, como se decía antes, de escribir todo lo que me pasa, y como yo quiera? Tendría que confesar las dos amantes simultáneas, que no se hacen demasiadas ilusiones conmigo, porque saben que soy amante pero no Romeo, que soy poeta y les bajo las pantaletas, que no puedo amarlas, sino amarrarlas. No a ellas, no por ellas, no con ellas.

Eso podría decirlo, o admitir que estar solo es más difícil que conseguir la pareja ideal.

A nadie le está permitido admitir que no le gusta su vida, pero todos pueden gritar que odian su ciudad, su país, su familia, su trabajo, su destino, su pareja. Es completamente ilegal asesinar, pero nadie toma acciones contra los familiares y amigos de quienes se suicidan, que creen que todos los demás serán más felices tras su desaparición.

Con mi verbo creador, como un Dios que dictó una Biblia, por lo menos yo puedo instituir leyes terribles, venganzas cósmicas, terneras sagradas y deliciosas, servidas en secretas recetas místicas. Carnes suculentas servidas con guisantes, y hongos, hierbas griegas aromáticas. O ahuyentarte el ánimo, encerrado en el infierno del transporte público que esperas nunca más usar, luego del atraco, el retraso, el charco, todas esas cagadas cotidianas.

Negra, menos mal que mis dedos no me cobran, ni hablan, ni se quejan. Y eso que son venezolanos.